lunes, 27 de octubre de 2008

cardiólogo de América latina que participó del debate

Un cardiólogo argentino es el representante de América latina en un debate que reunirá a los máximos expertos internacionales en la materia en una misión nada sencilla: encontrar una nueva definición de infarto.

Se trata del doctor Enrique Pablo Gurfinkel, jefe de la Unidad Coronaria de la Fundación Favaloro, quien fue convocado por la Sociedad Europea de Cardiología, el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón, entidades que junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Mundial de Cardiología conducirán una serie de reuniones que comienzan en agosto próximo en Viena, Austria, con el objetivo de alcanzar un nuevo consenso internacional acerca de cuándo diagnosticar infarto, esa palabra que evoca uno de los eventos más temidos por la mayoría de las personas.

El cardiólogo, de 45 años, explicó que la controversia actual se generó en 2000, cuando la Sociedad Europea de Cardiología y el Colegio Americano de Cardiología redefinieron la cuestión.

El consenso universalmente aceptado acerca de cuándo diagnosticar infarto de miocardio fue elaborado en 1974 por un comité de expertos encabezado por la OMS -indicó Gurfinkel-. Los criterios son: dolor o angina de pecho, electrocardiograma con ondas Q (un tipo especial de cambio eléctrico) y ciertas enzimas en análisis de sangre. Con dos de estos indicadores, ya se considera infarto.

"Pero, -agrega Gurfinkel- ahora hay pruebas de laboratorio mucho más específicas y sensibles. Existen nuevos indicadores, como por ejemplo una proteína llamada troponina, y es posible que sea detectada en los exámenes aunque aparezca en cantidades tan insignificantes como nanogramos por litros. La cuestión radica en que al hallarse esa proteína en sangre se considera que hay tejido cardíaco muerto (necrosis) y, para la interpretación de los norteamericanos y europeos, entonces se puede diagnosticar infarto."

Pero, una pequeñísima lesión de muy pocas células (antes llamada preinfarto o angina de pecho) ¿puede ser definida con la misma palabra que una lesión mayor (el infarto tradicionalmente dicho) tan sólo porque en ambos casos se detecta muerte celular o necrosis cardíaca?

El tema no parece menor. Y no sólo por sus implicancias psicológicas, ya que está demostrado que un paciente que recibe un diagnóstico de infarto se siente mucho más angustiado y deprimido que cuando se habla de angina de pecho, preinfarto, o evento agudo de coronarias.

La cuestión se hace más clara si se piensa que en nuestro país, "donde no existen estadísticas serias", aclara el cardiólogo, se producen unos 50.000 infartos anuales. Pero si incluyéramos todos los eventos donde se detectó una pequeña muerte celular cardíaca la cifra se duplicaría.

Gurfinkel agrega, abordando otro aspecto del problema, que si se considera mucho mayor el número de infartados es más sencillo conseguir voluntarios para estudios clínicos de nuevas moléculas farmacéuticas.

Voces encontradas

No menos importante es, agrega el médico, la necesidad de ponerse de acuerdo con la definición de infarto a la hora de presentar resultados a las autoridades sanitarias para la aprobación de nuevos fármacos. "Y en epidemiología es algo básico para hacer investigaciones", afirma .

El doctor Enrique Gurfinkel explicó que "se constituyó un nuevo organismo donde ingresan la OMS, la Federación Mundial de Cardiología y las sociedades de EE.UU y Europa. Pero no había sociedades científicas de América latina, Africa o Asia. Eligieron a algunos representantes de otros continentes para integrar este panel y probablemente por toda la experiencia que ha acumulado la Fundación Favaloro es que he sido convocado."

La definición de 2000 generó, entre otras cosas, confusión entre el diagnóstico y el pronóstico de infarto. "Si yo digo que este universo del 25% que antes considerábamos con angina o preinfarto (aunque preinfarto no es un término científico) ahora tiene infarto, eso es un diagnóstico. Pero también puede ser un pronóstico, si considero que en las pruebas de laboratorio de esos pacientes donde aparecen las troponinas existe un futuro más comprometido que entre aquellos que no tienen esa determinación."

El problema también impactó en la cardiología argentina. "Tenemos dos sociedades, la Federación Argentina y la Sociedad Argentina de Cardiología, y no acuerdan totalmente en la cuestión -dijo el cardiólogo-. En este momento, y gracias a este problema químico, no sabemos si llamamos infartos a la misma cosa."

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